Cuando el 25 de mayo de 1810 la suerte del Virrey Cisneros ya estaba echada, Mariano Moreno, contaba tan solo con 31 años y sería designado secretario de la Primera Junta. Antonio Beruti y Domingo French, los agitadores de aquellas convulsionadas jornadas, un poco más. José de San Martín, que al momento de la revolución se encontraba en España y decide volver para sumarse al bando revolucionario, también tenía 31 años. Manuel Belgrano, que era uno de los más experimentados ya era un hombre grande para la época, tenía 40. Hoy, a casi 200 años que aquella gesta, en nuestro continente vuelven a resurgir los sueños de los patriotas de mayo. A lo largo y a lo ancho de nuestro continente emergen gobiernos que se parecen a sus pueblos, que representan los intereses y sueños de las mayorías populares de sus países y que sostienen con firmeza la concepción de que sólo unida, América Latina podrá realizarse. Es en este contexto de grandes cambios económicos, políticos, sociales y culturales que la juventud está llamada a jugar un papel protagónico, a hacerse cargo de su destino histórico, que no es otro que el de ser motor de los cambios. El presidente Néstor Kirchner ha dicho en reiteradas oportunidades durante los últimos meses que viene llegando el tiempo de la juventud, que es necesario un recambio generacional.
Desde la revista 2010, un proyecto joven, hecho por jóvenes, coincidimos en afirmar que cualquier cambio que se quiera llevar adelante debe ser ineludiblemente con la juventud, que sin especulaciones y con convicciones puede, como hace 200 años aportar sensiblemente para construir el destino de la patria.
Desde la revista 2010, un proyecto joven, hecho por jóvenes, coincidimos en afirmar que cualquier cambio que se quiera llevar adelante debe ser ineludiblemente con la juventud, que sin especulaciones y con convicciones puede, como hace 200 años aportar sensiblemente para construir el destino de la patria.
Federico Martelli; director Revista 2010.